A lo largo de los años, la automatización de las máquinas y la informatización de los procesos de producción han aumentado progresivamente la necesidad de “insumos” intangibles con un alto contenido de información y conocimientos (por ejemplo, la necesidad de mantenimiento, actualización de las tecnologías, innovación y adecuación a las normativas), con la consiguiente creación de funciones, oficinas, departamentos especializados también a través de socios externos en la prestación de estas actividades.
Hoy en día, cada vez está más claro que la competitividad de las empresas se basa también en la capacidad de gestionar eficientemente estas actividades/servicios, que ha llegado a ser imprescindible para el funcionamiento correcto y rentable de todo el proceso de producción.